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"No quiero que los libros derroten a las pantallas pero es necesario que ambos coexistan", Vargas Llosa.
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El Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, confesó que todavía siente terror al comenzar un libro y que no lo supera hasta que tiene el primer borrador: "tengo miedo de fracasar, de no terminar la novela; la primera versión es una lucha contra la inseguridad".
Vargas Llosa intervenó en Madrid en la jornada "Un cruce de caminos", un "punto de encuentro de mentes brillantes" para el intercambio de ideas en cuanto a innovación, la tecnología, la economía y la cultura, entre otros campos, en una conversación con la periodista de la cadena española Ser, Pepa Bueno.
El escritor explicó que se encuentra ya corrigiendo las pruebas de su novela "Tiempos recios", que saldrá publicada el próximo 8 de octubre, un título que hace referencia a una frase de Santa Teresa, cuyo ejemplo recomendó seguir ya que, dijo, "hay que mantener el optimismo en medio del pesimismo reinante" en la actualidad.
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Durante su charla, el escritor consideró que existe un problema no resuelto por ningún país del mundo que es que mientras se ha progresado de una forma extraordinaria "en el mundo de las pantallas", la educación se ha quedado desfasada frente a esos avances. "La educación se ha quedado atrás y ningún país en el mundo ha sabido resolver la distancia entre la cultura de la imagen y la educación", dijo Vargas Llosa, para quien esta cuestión es muy grave porque la cultura humanística, la que se quedó retrasada, es la que crea el espíritu crítico de la sociedad".
Frente a esa "rivalidad" entre las imágenes y las ideas, "entre las pantallas y los libros que se disputan a nuestros niños y jóvenes, la educación debe ser capaz de hacer convivir fraternalmente a ambas". Pero, indicó, en la realidad "las pantallas derrotan a los libros" cuando "el espíritu crítico que transmite la buena literatura es absolutamente indispensable para mantener viva la libertad en la sociedad".
"No quiero que los libros derroten a las pantallas pero es necesario que ambos coexistan", insistió el escritor, que recordó que él pagaba a sus hijos para que leyeran: "si leen una hora les doy una propina y si leen dos les doy otra", les decía. Así, dijo entre risas, "corromperlos económicamente fue una forma de engancharlos a los libros".
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