Mié, 08/10/2022 - 13:46
- Cultura
Ver hombres bailando ballet, usando licras y realizando movimientos delicados, no era bien visto por la sociedad en épocas pasadas, pero ¿han cambiado las cosas con el pasar del tiempo o siguen igual? En esta nota lo contamos.
- Ana Quinchoa
- anacris0794@gmail.com
- ana_cris07
Cuando se habla de ballet en Panamá, a gran parte de la sociedad se le viene a la mente pensar solo en la participación femenina: chicas en mallas y tutús; tal vez, porque así se ha generalizado durante años.
Con el pasar del tiempo, la danza en Panamá fue cambiando gracias a la inclusión y destacada participación de los varones bajo los reflectores, logrando romper ese tabú que existía en nuestro país.
Actualmente, el Ballet Nacional de Panamá cuenta con 27 bailarines, equilibrado entre hombres y mujeres, de acuerdo con Graciela Guillén, directora artística del Ballet Nacional de Panamá.
“Tenemos casi la misma cantidad de hombres que de mujeres, y esto es una señal de un cambio rotundo. El tabú ya es historia, estamos viviendo un presente de bailarines muy talentosos en todas las ramas de danza en el país”, agregó.
En las escuelas de danza, según Guillén, niños y jóvenes que quieren formar parte de este arte, son acompañados por sus propios padres a la hora de matricularse, y este es un gran paso en la sociedad. Aunque, todavía la tarea por romper esos estigmas continúa.
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Cristina Quijano es socia de Pointe Centro de Danzas, una academia fundada en 1994 que se ha dedicado a la educación de la danza en Panamá y a fomentar la cultura y el amor por el arte. Quijano contó que en la academia solo predominan las niñas, pese a que también aceptan niños, porque no resulta tan fácil encontrar pequeños varones interesados.
“Tengo una maestra que tiene un niño, que aún no tiene la edad, pero el niño quiere y lo estamos conversando. Sí es más difícil con los padres cuando son niños, porque la clase puede tener 18 niñas y un niño”, comentó.
Aún así, el interés y amor por la danza parecen prevalecer y conquistar a quienes les apasionada; como el caso de estos bailarines del Ballet Nacional de Panamá:
Pedro Paternina, de 27 años
Al principio no tenía pensado entrar en el mundo del ballet, ya que desconocía totalmente la función de un hombre en este arte, pero un día vio un video de Mikhail Baryshnikov, una de las grandes leyendas del ballet, y al ver todos los pasos que ejecutaba, se dio cuenta que era eso a lo que se quería dedicar.
Empezó como aspirante en el Ballet Nacional, un año después fue nombrado oficialmente miembro de la compañía. Una de sus hermanas fue quien lo incentivó a probar suerte en esta carrera, según contó, y “gracias a Dios las cosas se fueron dando de buena manera”. Siempre ha contado con el apoyo de su familia.
Para el bailarín, la participación masculina en el ballet es igual de importante que el de la mujer, ya que se necesita de ambos géneros para poder contar una historia completa, donde el hombre ayuda a la bailarina a realizar secuencias y movimientos para hacerla ver mucho mejor, y cargadas donde la chica depende mucho del hombre. Aclaró que de igual manera es un trabajo en equipo.
Ibrain Espinosa, de 32 años
Desde pequeño le llamó la atención el ballet, pero no tenía idea que los hombres podían practicar esta danza en Panamá. Fue gracias a unas amigas de la universidad que le comentaron sobre el ballet de varones en 2010, y desde ahí empezó todo.
Lo más difícil para Ibrain fue ganar flexibilidad, porque inició tarde, según él, su cuerpo no estaba acostumbrado a estirarse como se requiere en el ballet, pero con perseverancia y dedicación ha logrado sus objetivos. “Todo es una disciplina completa en donde se trabaja la mente, el cuerpo y el alma”.
Nazario Johnston, de 30 años
Ver hasta dónde podía llegar en el ballet, fue lo que le impulsó a incursionar en esta carrera artística. Inició como bailarín en el Ballet Nacional en 2012, y logró formar parte de la compañía en el año 2019.
En su caso, no tuvo tanto apoyo al inicio por parte de su familia, y no porque el ballet iba inclinado a la participación femenina, sino, porque viene de una familia de artistas plásticos (pintores), y ellos querían que siguiera en esa rama, al igual que uno de sus tíos que es pintor.
“Vengo estudiando bachilleres de pintura y arte desde muy pequeño, tuve un par de problemas, me fugaba, iba y venía, en mi segundo año de técnico me cambié a ballet clásico, luego me decían que me iba a lesionar, a lastimar, pero con el pasar del tiempo, mi familia vio que mi decisión iba en serio y no era un pasatiempo, y les tocó apoyarme”.
En general, lo que más les gusta a los bailarines entrevistados, es subir al escenario y brindarle al público el trabajo que realizan cada día con mucha dedicación y esfuerzo, con el propósito de transmitir y compartirles “el hermoso arte del ballet”.
De acuerdo con el Ministerio de Cultura, han sido muchos los bailarines de Ballet Nacional que han representado a Panamá en distintas competencias internacionales de danza, incluso han logrado compartir experiencias con figuras de talla internacional como Vasily Medvedev, Jelko Yuresha, Valentina Kozlova y Fernando Hurtado, por solo mencionar algunos.
Panamá es uno de los pocos países que cuenta con compañías estatales de ballet en Latinoamérica. Este año, el Ballet Nacional de Panamá cumple 50 años de aniversario.
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