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La cabeza de las mujeres se convirtió en un mapa hecho con trenzas y formas que solo ellos entendían y que pasaba desapercibido en medio de sus exhaustas y peligrosas jornadas.
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Cuando las comunidades afro de la región Pacífico en Colombia temían a la muerte y los castigos de sus amos en la época de la esclavitud, surgió una estrategia que les dio la libertad y que se guardó como un secreto por muchos años: sus peinados.
La cabeza de las mujeres se convirtió en un mapa hecho con trenzas y formas que solo ellos entendían y que pasaba desapercibido en medio de sus exhaustas y peligrosas jornadas. Hoy se recuerdan con orgullo y como una tradición que se niega a morir en el Festival Petronio Álvarez que se realiza desde el 16 al 20 de agosto en Cali, la ciudad más importante del suroeste del país.
"A través de las trenzas se mostraban los caminos que nuestros negros africanos habían definido como ruta de escape, además, se guardaban las semillas que luego les servían para cultivar en la tierra donde llegarían para no morir de hambre", cuenta a EFE Fabiola Ruiz, una líder afro de Cali.
Las manos de las peinadoras tradicionales aún guardan la destreza para arreglar los cabellos rápidamente. Es uno de los atractivos del festival de cultura afro más grande de Latinoamérica que se espera reúna a más de 500.000 personas en seis días.
"Hay diversas técnicas. Las trenzas mostraban cuando había tropas en un sector, o revelaba los puntos donde había fuentes de agua; los zigzags indicaban los ríos y los rollos era donde iban las semillas", puntualiza Fabiola.
Un arte heredado
Una de las maestras de esta tradición es Emilia Valencia, quien llegó a Cali desde Andagoya, Chocó (en la frontera con Panamá), en la década de los años 80 para estudiar una licenciatura y ha liderado el proceso de enseñanza a las nuevas generaciones de los peinados afro.
"Aprendí este arte a las orillas del río Condoto y hoy enseño en las grandes ciudades. Esta es una de las huellas africanas más grandes que tenemos y sirve como una estrategia pedagógica para la resistencia de las comunidades negras, raizales y palenqueras", precisa Valencia.
Actualmente, se dictan más de 100 talleres de formación en distintos barrios del oriente y ladera de Cali donde también "se elimina el rechazo al cabello afro".
"En la colonia decían que lo de los negros era feo, que solo la moda de los colonizadores blancos era bonita. Nuestras trenzas reflejan este orgullo afro, la negación de alisarnos, la felicidad de ser como somos", insiste la maestra Emilia.
Los turbantes y el Petronio
A estas tradiciones también se suman los turbantes, pues las mujeres negras eran obligadas a tapar su cabello para no "volverse atractivas para sus amos". Lo que antes era vergüenza, hoy son telas coloridas que las llenan de orgullo.
"Tener un turbante no es una simple moda, esto carga un significado demasiado poderoso", indica Fabiola. En el festival más importante de cultura afro de Latinoamérica los exhiben orgullosas, pero es cada día donde reivindican su cultura.
"Entre más alto el turbante es más elegante y envía mensajes hasta en las fiestas; si lo tienes a la derecha es porque eres comprometida y si está a la izquierda es porque estás soltera", describe Fabiola.
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