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El debate de una microcervecería sobre si podía operar o no por presunta falta de permisos en marzo de 2021, sacó a relucir el problema que enfrentan estos negocios al no poseer una licencia comercial. En 2019 hubo un diálogo para buscar solución, pero al llegar la pandemia, todo quedó en pausa.
- Ana Quinchoa
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Contar con una licencia comercial para las microcervecerías siempre ha sido una lucha por parte de quienes se dedican a la actividad, pero la pandemia por covid-19 avivó aún más el debate cuando las autoridades anunciaron la reapertura económica por bloques; y al no tener una una licencia comercial que los ubicara dentro un sector específico, las microcervecerías entraron en un dilema de si eran bar o restaurante.
El problema surgió específicamente tras el cierre en marzo de 2021 de una microcervecería ubicada en Boquete, provincia de Chiriquí (que posteriormente abrió sus puertas) por falta de aviso de operación, a pesar de contar con un aviso de operación de venta de comida otorgado por el Ministerio de Comercio e Industrias (Mici), con la que habían operado sin problemas durante los últimos cinco años, pero que en pandemia no era válido por las nuevas restricciones.
En ese momento, los propietarios tuvieron que tramitar una cantidad de documentos para poder tener los avisos de operación requeridos que los respaldara como restaurante, bar, fábrica…para mantenerse activos.
Ricky Méndez, es el propietario de la microcervecería en cuestión: Boquete Brewing Company, quien recuerda que cuando sucedió el incidente, ellos tenían cuatro avisos de operación y aun así, el Ministerio de Salud (Minsa) clausuró el negocio.
Méndez considera que es importante que las microcervecerías tengan una licencia comercial o un aviso de operación que las respalde como lo que son.
“La pandemia puso en evidencia que no estamos actualizados en ese tema y que fue muy difícil para los empresarios que se dedican a esta actividad adaptarse a la situación de emergencia nacional, donde, por parte del Gobierno, en vez de brindar un apoyo y una solución, lo que nos encontramos fue con obstáculos”, comenta.
El también vocero de la Asociación de Cerveceros Artesanales de Panamá (Acap), menciona que como organización, en 2019 se reunieron con el Mici para plantear que no existe una licencia comercial que respalde a las microcervecerías en Panamá, documentación que en otros países ya es un hecho.
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“El tema fue planteado ante el Mici, y ellos estuvieron dispuestos a encontrar la vía para una solución, sin embargo, llegó la pandemia y todo quedó en pausa”, aseguró.
Por su parte, Jonathan Pragnell, cofundador de la microcervecería Casa Bruja, considera que si existiera un permiso que pudiera acaparar todo lo que hacen, sería mucho mejor, incluso está dispuesto a formar parte del proyecto de creación de licencia comercial que respalde a las microcervecerías, aunque Pragnell, por el momento, no ha experimentado ningún tipo de inconvenientes de salubridad ni clausuras de su local en medio de la pandemia.
De acuerdo con la Dirección General de Comercio Interior y la Dirección Nacional de Industrias y Desarrollo Empresarial del Mici, el gremio sostuvo un acercamiento con ellos en los primeros meses del 2020, donde se les presentaron oportunidades de incentivo al sector como el Certificado de Fomento Industrial (CFI) y el Registro de la Industria Nacional (RIN), además de ello, se les ha otorgado beneficios de la Ley 76 (que aprueba el código de procedimiento tributario de la república de Panamá), inscripciones en el RIN, así como trámites para la aprobación de CFI.
En cuanto al término “microcervecería”, Mici comparte que al no aparecer esta palabra en la plataforma Panamá Emprende, tuvieron que buscar alternativas para los dueños de estos negocios, y una de ellas fue la elección de la categoría que más se apegara a sus actividades comerciales e industriales.
Tanto Méndez como Pragnell, aclaran que las microcervecerías son lugares familiares y no sitios de rumba como las perciben algunos, ya que no solo se vende cerveza, sino también bebidas sin alcohol y comida, hay juegos de mesa, se permite la entrada a menores de edad, son pet friendly, e incluso se brindan recorridos por la fábrica.
En Panamá, el movimiento y la industria de las microcervecerías es muy pequeño, según Méndez, pues se calcula que en el país existen menos de 50 microcervecerías.
Obstáculos en pandemia
Las microcervecerías en pandemia han tenido pérdidas económicas, y uno de los principales obstáculos fue el cierre de los locales, pues solo tuvieron la opción de vender sus cervezas a los supermercados, algo no tan factible para ellos, según comentan, ya que los ingresos que se consiguen de esta manera son muy bajos.
Ricky Méndez explica que vender botellas de cervezas artesanales, a pesar de que todos lo hacen, tiene una ganancia muy pequeña, ya que el valor de la producción es muy costosa, pues las cervezas son realizadas con productos importados y comerciales que no permiten que se gane bien con los productos al detal. “Entonces la experiencia que se brinda en el local es lo que hace que la compra de una cerveza artesanal a 5 o 6 dólares sea rentable”.
Otro aspecto que los perjudicó, de acuerdo con los entrevistados, fue la Ley Seca que dictó el Gobierno, ya que esto hizo que se abriera el mercado negro de compra y venta de cervezas.
Aunque todas las medidas anteriores ya han sido levantadas, aún la situación no está al cien por ciento para quienes se dedican a esta actividad, por lo que esperan que el proceso de licencia comercial para las microcervecerías sea una realidad pronto.
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