Eileen Grench

Sabemos que en un determinado momento tuviste que escoger entre el fútbol y el esgrima, ¿cómo fue ese proceso?

Tenía 16 años cuando decidí escoger entre los dos deportes.  Había recién ganado el campeonato nacional cadete en esgrima y estuve en uno de los mejores equipos de fútbol de mi estado.  La verdad es que en ese momento había mejorado bastante en muy poco tiempo en esgrima y lo estuve disfrutando más, y cuando llegó el momento de decidirme, fui con esgrima porque vi mejor futuro en ese deporte y en ese momento daba más alegría.  La verdad es que hasta hoy me hace mucha falta el fútbol.

¿Cómo ha influido en tu vida tener padres deportistas?

Mi papá jugaba todo tipo de deporte de niño, pero era más mi mamá la que me inspiraba deportivamente.  Ella era futbolista en una época en que las niñas no jugaban mucho eso.  Ella siempre apoyaba mis sueños de deportista y quería para mí lo que ella no pudo lograr por ser mujer en un deporte “masculino”. 

¿Cómo se siente haber nacido en Estados Unidos, pero competir en nombre de Panamá?

Es el orgullo más grande de mi vida representar a Panamá.  Representar a Panamá me ha reconectado con mis raíces, con mi familia y con mi mamá.   Es algo muy bonito para mí, y fue la mejor decisión de mi vida.

¿Tienes alguna figura del esgrima que haya influido en tu carrera? ¿Por qué?

La influencia de Jessika Jiménez en la esgrima panameña, verla disputar y triunfar en su primer asalto en Pekín me da muchos ánimos de lo que puedo hacer yo también en Río.  También de niña tuve la suerte de contar con el apoyo y sugerencias de Sada Jacobson, la previa #1 del mundo en sable femenino. Siempre admiraba su trayectoria y trataba de seguir  sus pasos como persona y atleta. Era una verdadera campeona en todos los sentidos.

¿Cuántas horas dedicas a practicar esta disciplina por día?

Entreno hasta 6 hora diarias, 6 días a la semana.

¿Cuántos países has conocido debido a la esgrima? ¿Cuál fue el que más te gustó?

Bastantes.  Pero realmente cuando viajas para el deporte todos los gimnasios se ven iguales. Lo que te queda de cada país es la comida.  Y me fascina la comida de Japón. Realmente, más que todo, me emociona cada vez que tengo la oportunidad de competir en Latinoamérica, porque paso tanto tiempo afuera.