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La región aglutina a 14 de los 25 países con mayor número de femicidios del mundo.
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María-Noel Vaeza se incorporó a ONU Mujeres como directora regional para las Américas y El Caribe en julio de este año. Se define como optimista y aunque admite que la violencia contra las mujeres en la región es una "emergencia" reconoce los pocos logros alcanzados. Uruguaya de nacimiento, Vaeza está convencida de que si la mujer participara en la economía Latinoamericana esta crecería entre un 4 y 5 por ciento, pero para ello pide acabar con la discriminación y los diferentes tipos de violencia que se ceban con las mujeres solo por el hecho de ser mujeres.
Y más en América Latina que, como ella misma reconoce en una entrevista con Efe en Guatemala, aglutina a 14 de los 25 países con mayor número de femicidios del mundo.
¿Cómo está la situación de las mujeres en Latinoamérica y cuáles han sido los principales avances que se han logrado en los últimos años?
Primero que nada yo soy una persona positiva así que te voy a decir que la situación de la mujer está mucho mejor ahora de lo que estaba antes y vamos a ver por qué. En materia de empoderamiento político ha habido un avance importantísimo en la región, pero seguimos con números muy bajitos, particularmente en lo que se refiere a participación política en Parlamentos. Tenemos un 30 por ciento en la región, lo cual no está mal si lo comparas con el resto del mundo, pero todavía es poco.
Pero sí tenemos algo muy importante, que una vez que la mujer entra al Parlamento sabe cómo negociar con los otros partidos, concluye que hay una agenda legislativa que puede consensuar en materia de cohesión social, en materia de igualdad, en materia de asegurar empoderamiento económico de la muJer. Eso es algo positivo y eso es algo que tenemos que celebrar.
En materia de empoderamiento económico ha habido un avance también. La participación económica de la mujer ha aumentado un poquito, no mucho todavía. Seguimos con que el 49 por ciento de las mujeres no están en el mercado formal laboral, pero estamos avanzando (...). Uno de los temas para mí más importantes es que tenemos que movilizar a la región y para esto estamos trabajando con la OIT y con la Cepal, en el sistema de cuidados.
Nosotros consideramos que establecer un sistema de cuidados para la primera infancia, para la tercera edad y para la discapacidad es fundamental porque siempre la mujer no sale a trabajar y los que perdemos somos todos en la sociedad porque, evidentemente, hay una pata que no está y una pata que no permite el crecimiento económico porque no la dejan (...). Consideramos que eso puede llevar a un crecimiento de hasta un 4 o 5 por ciento en toda la región (...). Cuando la mujer tenga la confianza de dejar a su niño, a su adulto mayor y pueda ir a trabajar tranquila esta región va a crecer y va a crecer con bienestar social, con esa cohesión y la igualdad que tanto necesitamos.
¿Y la violencia?
Hay un gran problema que es la violencia. La violencia contra la mujer es cada vez más: los femicidios siguen subiendo. Por esto también estamos buscando soluciones para trabajar articuladamente con los distintos sectores de justicia (...) pero también entender por qué surge esa masculinidad tóxica que lleva a creer que (el hombre) es dueño de una mujer o del cuerpo de una mujer, y también ver cómo se protege a la mujer. Pero sobre todo la prevención desde la educación más temprana (...) para cambiar esa mentalidad de por qué está creciendo tanto y cómo la vamos a parar, porque la tenemos que parar, tenemos que acabar con los feminicidios.
¿Por qué esa masculinidad tóxica está en aumento en la región?
Yo creo que hay distintos temas del aumento de la masculinidad tóxica. Creo que uno de ellos se debe a la frustración que tienen los hombres de quizás no poder entrar al mercado laboral, no tener una conexión con su hijo porque no tienen licencia paternal (...) falta esta conexión con la familia. Yo creo que hay mucha violencia que esos hombres han tenido porque sino no se entiende de dónde viene esa masculinidad tóxica o quizá esa frustración que han tenido en sus núcleos familiares.
Hay que estudiar todo eso, hay muchas teorías pero nada es científico. Y lo que es importante es que esa violencia se da en todos los estratos sociales: en lo que nosotros llamamos las mujeres de los techos de cristal, las mujeres más privilegiadas; las mujeres de las escaleras rotas, que han tenido cierta educación y han salido al mercado laboral pero cuando fueron madres han tenido que salir y su situación es precaria; o las mujeres de los pisos pegajosos, que son esas mujeres que solo pueden cuidar porque no tienen opciones laborales.
Ahí está el tema. Cómo hacer para redistribuir esas tareas, cómo hacer para que el hombre entienda que cuando uno da amor a un hijo el retorno es inmenso. Además se está viendo que cuando el padre se involucra en la educación temprana de los niños esos niños son mucho menos violentos. Tenemos que buscar esas situaciones de prevenir, de trabajar en conjunto para eliminar esas toxicidades.
¿Sigue siendo América Latina y El Caribe la región del mundo más violenta para las mujeres?.
Sí, efectivamente lo es en materia de feminicidios, en materia de violencia y acoso callejero, en materia de violencia, de acoso laboral. Hay países como Guyana, por ejemplo, con una poca población, donde tiene una proporción de violencia terrible. O el mío propio, Uruguay. Todos los días están matando a una mujer en mi país, que es un país tranquilo (...).
Yo creo que también hay una frustración de los sistemas de Justicia, entonces los hombres sienten que hay impunidad porque no se actúa rápidamente y al sentir que hay impunidad dicen total no me va a pasar nada. Y también que la mujer tiene miedo de denunciar y a veces la institución no es receptiva a la denuncia, porque se trasladan los estereotipos (...). Ir a la Policía a veces a la mujer se le convierte en víctima. Hay muchos temas que trabajar y estamos trabajando en todos ellos para generar una abogacía, que la gente se empieza a dar cuenta que esto no puede ser, que tenemos que pararlos y que es una emergencia. ¡Es una emergencia!. Y tenemos que tratarlo como tal, sobre todo en la región (...).
¿La situación de las mujeres indígenas es peor?
Los índices siguen siendo mayores contra las mujeres indígenas, contra las mujeres afrodescendientes de la región y contra las mujeres con discapacidad. Es mucho peor (...).
¿Cree que a parte de la concienciación social, prevención, etc, se debería modificar la legislación en América Latina para que las penas fueran mayores en caso de violencia contra la mujer?
Estamos viendo que la región empieza a tipificar el feminicidio como un delito agravante y yo creo que eso está bien porque a las mujeres las matan por ser mujeres (...) Cada vez hay más leyes de violencia integral que entienden la violencia que sufre la mujer en la calle, en el espacio público, en el transporte, es algo que lo sentimos todos (...).
Yo soy la partidaria de la prevención y de la educación, pero también es importante que exista una pena para quien mata a una mujer porque es mujer.
Con estos datos que existen en América Latina sobre la situación de la mujer, ¿cuándo se podrá lograr la igualdad entre hombres y mujeres?
Yo soy optimista. El 2030 está a la vuelta de le esquina, nos faltan 11 años. Yo creo que podemos aplicar aceleradores y como te digo que esas medidas se tomen y se empiecen a implementar. Donde no haya presupuestos para estos nos va a llevar 200 años, pero yo pienso que cada vez más los Gobiernos consideran la incorporación de la mujer como un elemento clave para salir del estancamiento económico. (...) Eso va a permitir que la mujer en definitiva se pueda defender porque ¿por qué se queda en un matrimonio tóxico o en una relación tóxica? Porque no tiene donde ir, porque abandonó su carrera para cuidar a sus hijos y hay que darle medios económicos, hay que darle oportunidades.
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