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Ganó gracias a los 1.400 votos que la posicionaron por delante de sus dos adversarios varones
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Petita Ayarza recuerda con una sonrisa el "orgullo" que sintió el día que los habitantes de la comarca indígena Guna Yala, ubicada en el caribe panameño, la eligieron contra todo pronóstico como diputada a la Asamblea Nacional, un hecho inédito y que acababa con la tradición de que solo hombres alcanzaban esa posición. "¿Para qué iba a ir una mujer a la política?" se preguntaban los hombres de la comarca cuando Ayarza emprendió el difícil camino para llegar a ser diputada por el gobernante Partido Revolucionario Democrático (PRD), cargo que consiguió mediante el voto popular en los comicios generales de mayo pasado.
"Uno me dijo que yo no iba a poder estar en la Asamblea. Es más, dijo que como era mujer no iba a tener las facilidades que tenían los hombres", agregó Ayarza en declaraciones a Efe, y agregó que ese tipo de pensamiento afectó, en cierto modo, a la financiación de su campaña. Ella rompió las reglas y la tradición política de los gunas, pues todos los diputados habían sido hombres, quienes, a juicio de Ayarza, más que trabajar por la comarca aprovecharon su posición política para "enriquecerse económicamente".
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"Yo tenía para ganar 3 representantes, y saqué dos. El restante lo perdí en una zona de la comarca, y fue cuando entendí que todavía hay machismo en ciertas zonas, pues no comprendían lo que yo quería hacer", apuntó. Los resultados quebrantaron todos los pronósticos: Petita Ayarza ganó gracias a los 1.400 votos que la posicionaron por delante de sus dos adversarios varones. Un hecho que hizo "despertar al pueblo, porque esta vez debería ir una mujer a la Asamblea para poder hacer algo diferente", sentenció.
"Orgullo, eso fue lo que sentí. Me siento orgullosa de representar a mi pueblo originario, los gunas", dijo a Efe Ayarza, quien es la primera mujer de esta etnia en entrar en el Parlamento, de 71 diputados y mayoría oficialista. Ahora, le toca enfrentarse a nuevos retos. El primero de ellos es ser mujer dentro de la asamblea, aunque resalta que "por ahora" no ha tenido ningún enfrentamiento, a pesar de que fuese su miedo principal al inicio de esta nueva etapa.
El primer revuelo al que se enfrentó fue cuando decidió vestirse con el estampado icónico símbolo de su etnia, la mola, ya que la mayoría de los diputados van con traje "occidental". En apenas tres meses desde su elección, ya lanzó una propuesta para sensibilizar sobre el albinismo en la comarca. Según expertos, esta étnica indígena tiene una de las tasas de esta condición más altas del mundo y calculan que hay un albino por cada 150 gunas.
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A partir de septiembre comienza su verdadero desafío: se reunirá con "su gente", como ella misma define, en la comarca, para escuchar las necesidades del pueblo, teniendo como principal la sanidad y educación. Pero tiene un objetivo claro: empoderar a las mujeres gunas a través de la educación.
En ese sentido, un estudio del Banco Mundial revela que la educación primaria entre indígenas urbanos es 1,6 veces mayor que en zonas rurales, la educación secundaria es 3,6 veces mayor y la terciaria 7,7 veces mayor. Ayarza deberá defender a su pueblo durante los próximos cinco años, pues aunque Panamá es uno de los que más crece de la región, la situación de los indígenas es precaria: la pobreza afecta al 96,7 % de las personas y la desnutrición crónica al 72 % de los niños menores de 5 años, de acuerdo con la última encuesta oficial.
La diputada indígena contó su experiencia en el foro "Mujer y política" celebrado en el marco de la Feria Internacional del Libro de Panamá 2019. EFE