Mié, 07/29/2020 - 11:33
- Mujer
Nuestro Incógnito nos muestra, desde la perspectiva masculina y de una forma muy jocosa, el agotador panorama de las mamás en la cuarentena. Te prometemos que te sacará más de una carcajada y te sentirás identificada.
- Redacción Mujer
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Ya no lo aguanto, no sé qué hacer. Lo amo; pero ya no lo soporto”, decía una en un grupo de Whatsapp de excompañeros de escuela. Otra comentaba casi lo mismo: “Me tiene ca…nsada. Todo el día jo…roba por aquí, jo…roba por allá. En medio de las reuniones por Zoom se mete y empieza a gritar que quiere esto y lo otro. ¡YA NO PUEDO!”.
Así como estas, hay muchas madres que están sufriendo la falta de clases presenciales durante la pandemia. ¡Qué ESTER ni que ESTER! Lo que los papás quieren es que el chiquillo se vaya durante una buena parte del día a hartarle la paciencia a alguien más que no sean ellos, es decir, a los maestros.
“¿Qué es lo que hacen esos maestros de porra en las escuelas, si toda la tarea la hacen los pela’os en casa? Son unos vagos, ya no son como antes. En mi época sí eran de verdad”, reclamaban algunas. Ahora esas mamás lloran más a la maestra de lo que han llorado a un marido en su vida.
Por más tecnología, por más plataforma, no es lo mismo la clase en el salón que la clase en la sala. Y si no, pregúntenle a mis compañeras de trabajo. Hace unos días, en un grupo de Whatsapp, una confesó que le dijo al exesposo que le habían ordenado aislamiento de 21 días para mandarle durante todo ese tiempo a sus dos hijos. Otra contó que, cada vez que le tocan sus dos horas de salida, deja a la hija mayor (16 años) a cargo de sus dos hermanos (11 y 8, respectivamente) para agarrar el carro y perderse, al menos, durante un rato. “No importa que no tenga que comprar nada en el supermercado o la farmacia; yo me voy de ahí para poder respirar y reencontrarme conmigo misma. ¡Esto es horrible! Yo los amo, son mis hijos, pero son terribles”.
¡Cómo me ‘río’ de Janeiro cuando leo esas historias! Ahí están esas que mandaron por un tubo a su incógnito servidor cuando les decía que él no tenía “el llamado de la naturaleza” y no era de su interés dejar descendencia. ¡Cuántos insultos, cuántas relaciones rotas por eso! Ahora, esas que estaban urgidas porque alguien les ocupara la placenta, lloran y se quieren tirar de un barranco.
¿La culpa es de los pela’os? No creo. Ellos también están cansados de estar encerrados. Además, es la naturaleza de los niños ser así: inquietos, insistentes y molestosos. Nosotros, los más viejos, pudimos disfrutar de la vida en las calles, los campos y la playa. Estos muchachitos de ahora, tendrán que ver todo eso en YouTube, porque parece que nunca más podremos disfrutar de la vida de antes.
Me gustaría saber cómo están los maestros en este momento. Supongo que contentos y riéndose malévolamente de todos esos acudientes que iban a gritarles al salón e, incluso, a meterles sus puñetes y patadas. ¡Cómo lo han de estar gozando! Aunque, ahora que lo pienso, esos docentes han de estar lidiando con sus propios ‘pelaítos’. Bueno, pero es mejor uno o dos (o cinco) que un aula entera de 35. De todas formas, a los tuyos sí les pueden meter su “shoot” si te arrebatan la paciencia (es broma, no vayan a denunciar a Incógnito).
Queridas amigas, yo me despido solo recordándoles lo importante que es quedarse en casa, siguiendo las normas de salubridad. ¡Quédate en casa, amiga, con tu montón de chiquillos y ese marido que ni estando en casa te ayuda a criar los “comearroz”! Mientras tanto, su incógnito amigo pasará su cuarentena trabajando, gozando a larga distancia a punta de ‘sexting’ y videollamadas, y confirmando, una vez más, que fue muy afortunado el día que decidió hacerse la vasectomía.
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