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Con el teletrabajo y el confinamiento, distintas parejas se han visto obligadas a compartir mucho más tiempo del que estaban acostumbrados y descubrir una realidad que amenaza su convivencia.
- Redacción Mujer
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La llegada de la Covid-19 ha destapado emociones escondidas y actuado como un 'test' de resistencia de las llamadas parejas “fin de semana”, esas que apenas conviven los fines de semana porque durante los días laborables están muy muy ocupadas.
Con el teletrabajo y el confinamiento se han visto obligadas a compartir mucho más tiempo del que estaban acostumbrados y descubrir una realidad que amenaza su convivencia.
En España, por ejemplo, se ha registrado un incremento de consultas para divorciarse tras el periodo más duro del confinamiento, según el III Observatorio del Derecho de Familia presentado por la Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA).
Pero, según las fuentes, no se traducirá en un aumento significativo de separaciones y divorcios debido al impacto de la crisis económica, que ha disuadido a muchos de dar el paso para formalizar la ruptura matrimonial.
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El relato de los sucedido lo explica el psicólogo clínico Walter Riso, experto en terapia cognitiva.
"La pandemia le ha permitido observar a él y sus colegas como muchas parejas no han sido conscientes de que venían funcionando como familias fin de semana",dijo.
Explica que en las vacaciones normales de un mes parecían llegar justo al límite pero no pasaba nada porque volvían a su normalidad de largas horas de trabajo en la oficina, con los hijos al colegio.
Covid: parejas "fin de semana"
A estas parejas, apunta Riso, les ha pasado una factura alta la pandemia y ahora vienen al psicólogo y cuentan:
“Soy la peor madre del mundo, no soporto a mis hijos”; “ya no siento la menor atracción sexual por mi mujer”; “he descubierto que el cociente intelectual de mi marido no es normal, es mucho menor del que creía”.
En su opinión, la familia “fin de semana” es una forma de autoengaño que cuando se destapa “produce mucha angustia y confusión”.
Las múltiples consecuencias de la pandemia en nuestra vida afectiva, nuestro equilibrio emocional, nuestro mundo interior, nuestra relación con el tiempo, con nuestros valores o paradigmas es abordado por Walter Riso en su nuevo libro Más Fuerte que la Adversidad (Planeta/Zenith).
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Su objetivo es reflexionar con los lectores sobre lo que nos está sucediendo en esos tiempos y como procesarlo para enfrenta la incertidumbre y para aprender a gestionar emociones como la ansiedad, la ira o la tristeza.
Covid y tristeza, una oportunidad
Sobre este último sentimiento explica que es una forma primitiva muy eficiente de comunicar que estamos mal y pedir ayuda. "Y digo eficiente porque la expresión gestual de una persona triste no pasa fácilmente desapercibida”.
Aduce Walter Riso que aquellos que han tenido que convivir con personas depresivas saben a qué se está refiriendo. “Las manifestaciones corporales de la tristeza son impresionantes, además de contagiosas: los ojos se vuelven acuosos…, las comisuras de los labios bajan ostensiblemente, el rostro se desencaja, la postura corporal se ve decaída y el trasfondo de la mirada se tiñe de un extraño gris apagado y plomizo, imposible de ignorar”.
La naturaleza diseñó un mecanismo compartido “de impecable maestría para asegurar la restitución de funciones: no solamente inventó el lenguaje de la tristeza, sino que nos equipó con la sensibilidad necesaria para responder a las demandas de ayuda. Una especie de “compasión biológica”.
La tristeza, concluye, está hecha para pensar y “cuando se activa, inmediatamente incrementamos la autoobservación y empezamos a pensar sobre lo que pensamos”.
“Al lentificarse todos los procesos mentales e incrementarse la autoconciencia, la tristeza nos permite activar recuerdos para rescatar viejas alternativas de solución”.
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COVID : en busca de la “tres vidas”
En su libro nos propone, entre otros objetivos, luchar por la “tres vidas” que Martin Seligman estableció como principios de la piscología positiva.
La vida placentera: Disfrutar y darnos gusto sin cerrar adicciones ni dependencias. Tener actividades que nos produzcan placer y fomenten emociones positivas.
La vida basada en la autorrealización: Se logra cuando nos sentimos gratificados por los que hacemos, por el desarrollo de nuestros talentos naturales.
Una vida con significado: Se trata de tener una actitud existencial, con o sin religión, o espiritualidad; de vincularse a algo que nos permita dar sentido a nuestra existencia. Puede ser un vínculo sagrado o un ideal que consideramos universal.
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