- Nutrición
Estudios recientes han descubierto que la secretina está involucrada como mediadora en un proceso metabólico conocido como eje ‘intestino- tejido adiposo marrón – cerebro’ que puede estimular la saciedad.
- Sara Elizabeth Saldarriaga
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¡No! Aún no han creado una píldora mágica para perder peso o evitar que subas unas libras, pero las investigaciones sobre el metabolismo humano y las relaciones que existen con la ganancia de peso siguen activas, como es el caso de un estudio dirigido por científicos del Centro PET de Turku y la Universidad Técnica de Munich. Conoce sobre su descubrimiento.
La secretina es una hormona secretada por los intestinos, específicamente por las células que componen la capa interna del intestino delgado, y según el diccionario de la NIH (Instituto Nacional de Cáncer) la secretina hace que el páncreas, el hígado y el estómago liberen otras sustancias que ayudan a digerir los alimentos; pero un nuevo hallazgo ha impactado esta definición, pues estudios recientes han descubierto que además la secretina está involucrada como mediadora en un proceso metabólico conocido como eje “intestino- tejido adiposo marrón – cerebro” que puede estimular la saciedad.
El tejido adiposo marrón es un tipo de molécula grasa con capacidad de producir calor y utilizar calorías a un nivel mayor que otros tejidos; por otro lado, se conoce que puede tener actividad metabólica al activar el metabolismo de las grasas y los carbohidratos.
Y precisamente en este estudio se realizó una intervención para corroborar esta información y considerar el efecto de la grasa marrón sobre las calorías y otros factores relacionados con el peso.
Se tomó un grupo de personas sanas a quienes se le administró secretina (hormona) intravenosa, los cuales mostraron una disminución del apetito, aumento de la absorción de la glucosa en el tejido graso marrón, aumento del gasto energético (calorías quemadas) en un 2%, y además se encontró que el sistema de recompensa cerebral fue distinto al mirar fotos de comidas apetitosas. También el tiempo entre comida y comida aumentó unos 40 minutos adicionales aproximadamente.
Este descubrimiento puede ser el punto de partida para más posibilidades de crear medios que ayuden a combatir la obesidad en nuestra sociedad. Lo positivo es que no se encontraron efectos negativos en las personas que fueron intervenidas, sin embargo, los autores hacen hincapié en la necesidad de nuevos estudios.
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