Jue, 12/03/2015 - 21:10
- Nutrición
Deja de una vez por todas la comida chatarra. Te decimos cómo puedes adoptar nuevos y sanos hábitos alimenticios, nos lo agradecerás.
- Gina Prestán
- gina.prestan@epasa.com
- @ginaprestan
- ginaprestan
Sabemos que te gusta darte esos gustitos de vez en cuando, pero por qué no incorporar de una vez por todas en tu rutina alimenticia algunos alimentos que siempre has querido. En un estudio piloto publicado hace algunas semanas en la revista “Nutrition & Diabetes”, los científicos dicen que cambiar tu comportamiento alimenticio puede cambiar cómo reacciona tu cerebro a los alimentos.
“No comenzamos nuestra vida amando las papas fritas y odiando, por ejemplo, la pasta integral”, dijo en un comunicado la autora Susan Roberts, directora del Laboratorio de Metabolismo de Energía del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Tiene lógica que por años hayamos acostumbrado a nuestro cuerpo, mente y paladar a estos deliciosos manjares sin pensar en las consecuencias, especialmente ante la ola de obesidad.
Para el estudio se tomaron a 13 participantes con sobrepeso y obesidad, luego se separaron en dos grupos: un grupo de control y otro experimental. Al comienzo del estudio, ambos se sometieron a una resonancia magnética para registrar su actividad cerebral en respuesta a fotografías de varios alimentos.
El grupo experimental después participó en un programa de intervención de comportamiento, que incluía menús controlados y sesiones de grupos de apoyo. A los participantes se les pidió reducir su ingesta de calorías entre 500 y 1,000 calorías al día y seguir una dieta alta en fibra y proteínas para prevenir el hambre y los antojos. Después de seis meses, las personas de este grupo perdió 14 libras, mientras que el grupo de control solo perdieron 4.5 libras.
Posterior a la pérdida de peso, ambos grupos se sometieron a una resonancia magnética, en la que los expertos les mostraron imágenes de alimentos (con bajo y alto contenido calórico), para ver cómo sus cerebros reaccionaban. Anteriormente, las personas del grupo experimental habían reaccionado ante alimentos grasientos y azucarados placenteramente; pero ahora se mostraban mucho más tranquilas y con baja actividad cerebral. No se obtuvo el mismo efecto con el grupo de control.
"Se necesita hacer mucha más investigación, que involucre a muchos más participantes, un seguimiento a largo plazo e investigar más áreas del cerebro”, dijo Roberts. “Pero estamos muy alentados por el hecho de que el programa de pérdida de peso parece cambiar qué alimentos son tentadores para las personas” culminó la autora.
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