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Una luz de esperanza en medio de los embarazos adolescentes
- Macarena Bachor
- macarena.bachor@epasa.com
- @maquibachor
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Stephen Hawking solía decir que “incluso la gente que afirma que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, mira antes de cruzar la calle”.
María tiene 18 años actualmente. En menos de 15 días se estará graduando de la escuela secundaria la cual dejó en tercer año, cuando se enteró que había quedado embarazada. En ese entonces estaba en pareja con un chico 3 años mayor. “Estaba de novia con un muchacho que vivía por mi casa, mi mamá no sabía. Me dio mucha pena cuando me empecé a sentir tan rara. Y no quería decirle a ella nada. El momento cuando se lo dije fue muy doloroso, ella se largó a llorar. Al principio no sabía ni cómo reaccionar, es algo muy difícil”, nos contó María durante la visita al Centro.
Cuando le pregunté si tenía conocimiento acerca de los métodos anticonceptivos me dijo que sí; “sí tenía conocimiento, pero en realidad pedir un condón en una farmacia... no creo que nadie me fuera a vender algo así, y tampoco inyectarme, creo que me daba pena”.
Para María la llegada de su bebé fue para bien, “mi mamá y yo no eramos tan cercanas como somos ahora. Antes mentía mucho y ahora tengo una mejor relación con mi familia”, nos contó María.
Actualmente vive con su tía y el papá de la bebé, a la que llamaron Sol Sofía.
La historia de María es solo una de las miles que existen en Panamá actualmente. Un informe del Ministerio de Salud (Minsa) revela que en el año 2015 se registraron 10 mil 976 casos de embarazos adolescentes, 241 casos más que los contabiliazados en 2014. Estos datos no incluyen los embarazos registrados en en clínicas privadas o en la Caja del Seguro Social. Hoy día, las autoridades calculan que cada 100 embarazos, 31.2 casos son de madres adolescentes. Esto se traduce en que en nuestro país, cada 10 mujeres embarazadas 3 son entre las edades de 10 a 19 años.
Las últimas cifras de este año no son nada alentadoras. Durante los cinco primeros meses del año, un total de 4 mil 880 de niñas y adolescentes entre 10 y 19 años de edad se han reportado en estado de gravidez, a razón de 32 jóvenes embarazadas por día, según un informe del Ministerio de Salud (Minsa). La cifra representa 557 casos más de los registrados por la entidad a mayo de 2015 cuando ascendió a 4 mil 323, es decir, un aumento de 12%.
En cuanto a los lugares con mayores casos, la provincia de Colón lleva la delantera con 36.5%, pero después sigue Panamá Este con el 36.1%.
En esta región, específicamente en la comunidad de Felipillo, es donde está ubicado el Centro Las Claras, una iniciativa de la fundación Voces Vitales Panamá, que tiene como meta ayudar a que las niñas adolescentes que hayan quedado embarazadas y hayan desertado el colegio puedan culminar sus estudios, estabilizarse psicológicamente, conseguir trabajo y volver a reintegrarse en la sociedad para poder generar un aporte al país.
“El nombre de Las Claras es en honor a Clara González de Bering que es la primera mujer abogada panameña. Clara fue una mujer que tuvo que luchar contra viento y marea para poder graduarse en la universidad porque le decián ‘vete a tu casa a cocinar, ¿qué haces aquí?’. Gracias a ella debemos que nosotras las mujeres podemos votar en Panamá. Por eso fue que lo llamamos el Centro Las Claras, porque cada una de estas chicas debe sentirse como Clara González, que tienen un mundo en contra de ellas, las están estigmatizando, no quieren que salgan adelante, no son miradas de forma positiva por la sociedad pero a pesar de eso ellas pueden salir adelante, aquí les damos las herramientas para eso”, nos contó la Directora del Centro, Daney Ramírez.
El proyecto comenzó su fincionamiento en el 2015, sus primeros meses fueron en el Centro de Salud de la 24 de diciembre, hasta que pudieron mudarse a una casa donada por la organización APLAFA en Felipillo. Actualmente trabajan allí y el 18 de diciembre tendrán el primer grupo de madres egresadas.
Este proyecto cuenta con un equipo de trabajo extenso. Psicólogas, trabajadoras sociales, maestros y terapistas en estimulación temprana que atienden a los bebés mientras sus madres están en clases.
“Nosotras comenzamos con un proceso de selección porque para nosotras es muy importante conocer las características de la chica, principalmente saber la capacidad de resiliencia para poder afrontar esta situación y cambiar su vida”, nos comenta una de las psicólogas que trabaja en el Centro, Jessica Pinzón. “Cuando una chica adolescente sale embarazada es porque tiene un entorno vulnerable para hacerlo”, explica la especialista. “A eso es a lo primero que nos enfrentamos, entonces trabajamos el tema de la aceptación a su nueva condición y todas esas cositas que la llevaron a ella a quedar embarazada. Por ejemplo, si tu preguntas aquí a las chicas, vas a ver que la mayoría proviene de hogares disfuncionales, de alto riesgo social. La violencia, por lo general, es totalmente normalizada dentro de su círculo”, nos cuenta Jessica.
En esta primera etapa de seis meses, el personal del Centro Las Claras, específicamente las psicólogas, trabajan la estabilidad emocional de las adolescentes, además de enseñarles habilidades blandas y el manejo de la ira.
El programa incluye, además de las materiales regulares para terminar el bachillerato, un Técnico en Oficinista. Para el segundo grupo de chicas (las que se gradúan en 2017), han implementado un curso de inglés avanzado y de asistente administrativa.
Las chicas tienen la posibilidad de realizar una práctica profesional, en la cual también pueden ser contratadas por la empresa que las acogió.
Según Daney, uno de los principales retos que experimentaron durante este año y medio es la deserción del programa, que se da por lo general en los primeros seis meses del mismo.
Sin embargo, los números son alentadores para el Centro Las Claras, mientras que los expertos suelen decir que de una población de alto riesgo social solo el 30% culmina los programas de ayuda, este año en Las Claras se logró una prevalencia del 50%. “Hemos tenido unos cambios maravillosos, las madres y las abuelas han venido al centro a preguntarnos muchas veces qué pueden hacer para mejorar. Tenemos mamás que están siguiendo la escuela porque sus hijas lo están haciendo con nosotros y aspiran a algo diferente. Igualmente pasa con las parejas. Es como un efecto dominó en todo el círculo familiar”.
Cuando le pregunté a María qué sueños y que metas tenía me contó que aspira a entrar en la Universidad y que todavía no tiene decidido qué carrera seguirá. “Me gusta la cocina, el comercio, la contabilidad, el marketing”, reveló. “Me ha encantado poder ser parte de este proyecto porque me han dado muchas cosas, han ayudado a mi bebé”, reflexiona María. Como su historia existen 9 casos más de éxito, y esperan que en el segundo grupo el número siga creciendo.
Definitivamente, la perseverancia y el esfuerzo de cada uno de los integrantes de este hermoso trabajo ha desafiado al destino, demostrando una vez más que el que quiere, puede, y que como decía Hawking, hay que mirar la calle antes de cruzar.