- Sexo y Pareja
- Marine Peyronnet
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Una de las preguntas que comúnmente nos hacen a los terapeutas de pareja es esta. A esto suelo contestar de la misma manera:“depende”. Y nunca suele gustar mucho.
Pero tranquila, no todo está perdido. Lo cierto es que para contestar hay que enfocar la pregunta: “¿En qué cambia?”. Si echamos el “tape” para atrás y nos enfocamos en el cambio desde el inicio de la relación de pareja, podemos decir que cambiamos y a la vez nos construimos desde ese mismo punto. La más famosa etapa del noviazgo es la “luna de miel” (no hablo del viaje), en la que ofrecemos al otro lo mejor de nosotros con el fin de conquistar para luego ir poco a poco desvelando todas aquellas facetas que pueden no ser tan “perfectas”. Con el paso de meses o años, experimentamos decepciones o realidades y de ahí no somos las mismas personas que aquellos primeros meses ni la relación es la misma. Ahí se ha creado una amistad, rituales, complicidad y lazos de intimidad.
Avanzamos en la relación y si seguimos el “orden social”, el siguiente paso sería el compromiso para luego casarse. Un compromiso legal y emocional de muchas cláusulas y responsabilidades. Ahí surge un cambio en la pareja, pues poco a poco está consolidando un plan en conjunto donde ambos deben estar de acuerdo (nunca se está cien por ciento) por los motivos por los que quieren unirse o contraer matrimonio. Todo lo que conlleva esta decisión, si se hace a plena conciencia (y si se hace a modo impulsivo), de igual forma va a causar un cambio en la relación de pareja y es importante que la pareja tenga recursos positivos para manejar las tensiones.
¿Pero qué es lo que puede cambiar después del matrimonio? En inicio, la definición de lo que es un “compromiso”. El compromiso en el matrimonio toma ramificaciones muchos más profundas (unión de dos familias, expectativas del “para siempre”, unión legal y un papeleo burocrático, vivir bajo el mismo techo y compartir gastos y enfermedades, entre otros). Luego vienen las responsabilidades y la acentuación de los “roles” (¿quién hace qué?). Antes podían ser conversaciones en el aire de viajes soñados, ahora es construir un proyecto en común: esto abarcará muchas áreas para discutir que involucran sentimientos, creencias, economía, relaciones familiares y las metas de cada uno a futuro.
Y con eso vienen las prioridades que van a cambiar. Algunos pueden sentir que los primeros años de matrimonio son la continuación de su noviazgo, pero eventualmente surgen decisiones como comprar una casa o mudarse de país por una posición laboral o tener un hijo. Sea cual sea: las prioridades emocionales, económicas e individuales pueden no ser las mismas para cada miembro y si no aclaras desde el inicio, esto va a seguir en el matrimonio.
Todo lo mencionado anterior vendrá con conflictos y discusiones. Surgirán una y otra vez, y la forma en la que los resuelvan y comuniquen determinará la relación en el matrimonio. Es importante destacar que la mayoría de los problemas no serán nuevos, sino posiblemente ya estaban en el noviazgo y que quizás no quisieron ver y se “barrieron debajo de la alfombra”.
Entonces, ¿cambia la relación en el matrimonio? Cambia todo el tiempo. Es constante y dinámica. Hay un intercambio en la pareja de deseos y necesidades; algunas satisfechas, otras frustradas, junto con la madurez de cada uno y las expectativas del otro, las reglas de las familias de origen y las presiones sociales. Pero también puede haber un sentimiento de unión, confianza y muchos pequeños detalles que son los mismos que los unieron al inicio.
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