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Nuestra columnista y especialista en moda nos cuenta su última experiencia en India
- Olga Recio
- revistamujer@epasa.com
- @OR_olgarecio
- Olga.recio
Les escribo este artículo desde la India, un país sorprendente, impactante y de grandes contrastes. Es difícil creer que en un país donde la palabra MODA significa tanto, a la vez no significa nada. Un país donde los tejidos son su carta de presentación, la creatividad su principal rasgo de identidad, su capacidad de combinar y crear estampados una cualidad insuperable, y donde la tradición y la mano de obra artesanal son una herencia todavía en pleno auge, sin embargo, se trata a la vez de un país que claramente le da la espalda a la moda occidental tal y como nosotros la entendemos y la conocemos.
Probablemente, no hay ninguna otra región en el mundo que ofrezca tanta creatividad en la producción textil como lo que se encuentra en el subcontinente asiático. La interacción de invasores, tribus indígenas, comerciantes y exploradores a través de los años ha construido una compleja y legendaria cultura textil caracterizada por su vitalidad y colorido, compuesta hoy en día por más de 10 millones de tejedores, tintoreros, bordadores e hilanderos a lo largo de toda la India.
Hasta la llegada de la revolución industrial europea, India fue el centro de producción de textiles más importante del mundo. Pero cuando uno llega a la India, parece que el tiempo retroceda y nos encontramos en un país que no avanzó al mismo ritmo que el resto del globo.
Un país donde, a pesar de todos los desarrollos tecnológicos en el mundo actual, una gran cantidad de procesos aún se llevan a cabo de forma artesanal, entre ellos, la utilización del telar manual, el teñido, la aplicación de diferentes tipos de estampados y la decoración con bordados. Durante siglos, el telar manual se ha utilizado para hacer telas en el país, y en muchas villas de la India, los tejedores llevan a la práctica los conocimientos adquiridos por generaciones.
Y es debido a esto que la India es un lugar de una riqueza extrema en lo que a textiles y bordados hechos a mano se refiere, siendo parte del sustento de la mayoría de las comunidades hindúes, y pasando de generación en generación porque no se trata de algo que elaboran especialmente para el turista, como termina sucediendo en muchas partes de Latinoamérica, sino que son la base de su día a día, son sus propios atuendos, su forma de vida.
Aunque déjenme que les diga que sí, hay una parte de producción de tejidos y “sarees” que se elaboran solo para los turistas, esos hechos en tejidos sintéticos y a máquina, esos que al turista les presentan como algo tan preciado, pero que ellos tienen clarísimo no valen nada. Muy por el contrario, existe también un mercado de tejidos que son como joyas, bordados únicamente a mano, en sedas y algodones maravillosos, y esos, que son más difíciles de encontrar, los reservan para ellos, para sus ocasiones, para las celebraciones especiales de su vida diaria. Diferencian la importancia de su vestimenta según la calidad de elaboración de la misma.
Es tan grande el arraigo y la tradición en esta parte del mundo, que siendo el principal fabricante textil del mundo después de China, siendo el país donde se realizan los bordados más exquisitos que vemos plasmados en las prendas de las grandes marcas de lujo y donde se confeccionan la mayoría de las prendas de las marcas comerciales de moda occidental que hoy están en el mercado, a pesar de eso, es un país que sigue fiel a sus tradiciones y para el cual la moda, tal y como nosotros la entendemos, no significa nada.
Y cuando digo nada, me refiero literalmente a NADA, nunca antes había estado en un país tan vinculado a la moda y, a la vez, tan ajeno a ella. Un país donde las tendencias no tienen lugar, donde la forma de vestir no la dictan las marcas, sino que la dictan sus tradiciones, sus creencias, su cultura.
Y así es que en India uno vive una explosión de colores, de mezclas, no siempre acertadas, simplemente mezclas sin ningún tipo de sentido para el ojo occidental, solo entendibles y aceptables en India.
Pero es la profunda relación y completo sentido de identidad de la mujer india con el sari y su atuendo tradicional lo que la ha hecho resistir con el tiempo la presión de cambiar su estilo de vestir e, involuntariamente, le ha dado continuidad a la tradición del tejido en cada parte del país, ya que los tres elementos que diferencian un sari de otro son la tela utilizada en su fabricación, el estilo en que se enrolla alrededor del cuerpo y el diseño, donde el bordado juega un papel fundamental, haciendo de este más que un simple atuendo, un lenguaje que expresa estatus, procedencia y pertenencia.